lunes, 30 de marzo de 2009

¿DESDE CUANDO?



Desde siempre. Así de sencillo.


Los recuerdos que se tienen de la infancia suelen ser difusos, flashes inconexos, sin solución de continuidad, descolocados en el tiempo. Es por ello que me resulta imposible de saber, qué años tendría yo cuando por la noche, al acostarnos, esperaba a suponer que mis padres estuvieran dormidos, para adentrarme en su dormitorio y acercarme a la lencería que mi madre dejaba colgada, y con el mayor de los sigilos, me la probaba.


Acurrucado en el suelo, a los pies de la cama de mis padres, apenas atinaba en la oscuridad a ponerme por encima el sujetador de mi madre. Imagino que no tendría por aquella entonces ni siete años. Quizá algunos menos.


Muy pequeño tenía que ser, porque recuerdo que un año escribí una carta a los Reyes Magos pidiéndoles, entre los pertinentes juguetes, el vestido del personaje femenino de los comics "el capitán trueno".


En cierta ocasión mi madre me pilló, ¡y de qué manera!. Acostumbrábamos a ir al campo todos los fines de semana, y yo con no mas de ocho años, me las apañé para tomarle prestados a mi madre, unos pantis que a mi me encantaban. Eran muy finos, de seda imagino yo, pues no se si por aquella época ya había lycra, de los que hoy diríamos 10 o 15 den. Venían decorados con una cadeneta de flores al costado y a lo largo de toda la pierna.


Así es que me los puse debajo de mi ropa. Era invierno. Pasamos el día en el campo y cuando era hora de volver a casa empezó a nevar. Para volver a Madrid, teníamos que pasar un puerto que se volvió intransitable a la circulación. Así es que mi padre quedó al volante y mi hermano mayor, mi madre y yo nos apeamos del coche y con la ayuda de mas personas, sorteamos el puerto.


Cuando ya pudimos subir al coche, yo tenía los pantalones empapados de nieve, y mi madre, muy previsora ella, traía ropa seca y decidió cambiarme. Yo no sabía donde meterme, pero el caso es que cuando me quitó los pantalones mojados ahí aparecieron puestos en mí, esos pantys tan bonitos. Sin mencionar palabra alguna, mi madre procedió a quitarmelos como si nada hubiera pasado. Me puso ropa seca, y no trascendió.


No se cuantas veces se le habrá venido a la mente a mi madre semejante visión. ¡Su hijo con sus pantys puestos!. No debió ser una grata sorpresa, pero a pesar del episodio, no dejé de husmear en los cajones de mi madre, siempre que tenía oportunidad, para probarme sus braguitas, que por cierto, tenía algunas bien bonitas.

lunes, 23 de marzo de 2009

ARTE



La tarea de travestirse, no consiste solo en ponerse una faldita, calzarse unos taconazos y tocarte con un pelucón.


Es mucho mas que eso. La búsqueda de una apariencia femenina tiene que solventar infinidad de obstáculos. Estos son, los que diferencian la morfología entre el hombre y la mujer.

Piernas, pechos, garganta, genitales, cejas, caderas, espalda, manos...
Si el resultado es aceptable, es decir, si "da el pego" se puede denominar obra de arte, que, como las estatuas en la arena, es efimero.

Hay tantas diferencias anatómicas entre el hombre y la mujer, que tendré que hacer una gran cantidad de entradas en el Blog, cada una de ellas dedicadas a esa parte del cuerpo a feminizar, para contar esos pequeños "trucos" que empleo para conseguir caderas o un pecho natural.

Ya os iré contando.

sábado, 14 de marzo de 2009

CONFLICTO

Ya sabemos que para los travestidos, ponernos ropas de mujer, nos produce un placer inenarrable. Para practicar este "hobby" no hacen falta grandes recursos. Basta un par de medias para provocar el efecto deseado.


No siempre queda ahí la cosa. Cuando tenemos tiempo suficiente para quedarnos a solas, sacamos nuestro pequeño tesoro, una maleta o caja donde guardamos nuestra ropa de mujer, para hacer una transformación completa. Cada paso de esa transformación ya es placentero en sí mismo.


Desde un afeitado perfecto, inclusive una depilación del cuerpo. El maquillaje, que se va perfeccionando con la práctica, la elección de la ropa íntima... es todo casi un ritual, una ceremonia.



¡Esas uñas! casi nunca quedan como uno quisiera.


Es sorprendente el cambio que puede producir con un poco de maquillaje, la sombra de ojos y el rimel.






En todo esto hay un elemento imprescindible. La piedra angular sin la cual el revestí perdería parte de su impulso. EL ESPEJO. En él solo vemos la imagen que quisiéramos proyectar. Muy posiblemente la imagen que realmente proyectamos sea mucho mas grotesca que la que nuestra imaginación dibuja en ese espejo, pero eso poco importa si nuestra obra de arte nos es grata, pues nos afanamos para satisfacción propia.




El remate final viene en el momento de calzarnos la peluca.


La metamorfosis suele ofrecer un resultado mas que sorprendente.


El CONFLICTO viene con la insatisfacción que produce el no poder compartir el resultado final.


Creo que para todo travestí, la mayor ilusión es salir al mundo exterior vestido de mujer, aparentando una mujer a los ojos de los demás. Para ello, descartamos todas aquellas prendas que algun dia compramos, que nos parecieron tan glamourosas, tan bonitas para nuestras fantasías de closet, pero que no sirven para salir a la calle. Para ocasión tan especial, lo mejor es pasar desapercivid@.


Los lugares apartados y poco transitados producen la misma sensación de soledad que dentro de casa.


¡Que difícil es atravesar el umbral!


Una vez en el coche. ¿A donde ir? ¿Donde me puedo presentar de esta guisa?


Sé que hay locales "especializados", pero las mujeres no van a garitos de travestís.


Ese es el CONFLICTO. Por tener la certeza de la imposibilidad de pasar desapercibido, sobre todo porque los rasgos faciales delatan, y por otro lado tener la certeza que la aventura puede ser mas que gratificante.

jueves, 12 de marzo de 2009

HOLA

Hola a todos y a todas. He decidido abrir este espacio para compartir la experiencia del travestismo.
Cada cual entiende el travestismo a su manera. Los que habeis entrado en este espacio por casualidad, quizá no veais en esta práctica mas que algo extraño, extravagante, íntimamente relacionado con la homosexualidad o con la identidad de género.
No rebatiré tales idéas preconcebidas. Posiblemente, si yo no fuera travesti, pensaría lo mismo.
El caso es que no conozco a nadie mas que tenga este gusto de sentir un delicioso placer al vestir ropas de mujer.
Por lo que he podido comprobar por internet, diría que hay tantos tipos de travestismo como travestis. Quiero decir, que cada travesti vive sus experiencias de una manera única e inigualable.
Desde aquí quisiera iros contando mis experiencias, mis trucos. Compartirlos será una aventura que espero me haga conocer personas sensibles a este "entretenimiento"(?).